Alguna vez me han preguntado cómo acertar y dar con un animal compatible con nosotros y nuestro estilo de vida cuando se va a una perrera o protectora a adoptar a un animal. No es difícil si se siguen una serie de recomendaciones que son de sentido común.
Es importante ir a una buena protectora. Y cuando digo que sea buena no me refiero a la calidad de sus instalaciones necesariamente, sino al interés de sus trabajadores y voluntarios por el bienestar de sus animales. Sitios en los que conocen bien a los perros y gatos que albergan, sitios en los que nos harán muchas preguntas para asegurarse de que sus animales van a parar a buenas manos. ¿Cómo dar con uno de esos sitios? Preguntando a gente involucrada en protección animal, que por Internet es fácil, también buscando las páginas y redes sociales de protectoras cercanas y contactando con ellos. En este mapa y esta web del día del perro sin raza tenéis unas cuantas.
También es clave rebajar nuestros requisitos estéticos y darle mas importancia al carácter del animal. Suelo decir que lo ideal una vez se está en uno de estos sitios es pedir siempre en primer lugar buen carácter y explicar nuestro estilo de vida (si somos activos o sedentarios, si hay otros animales, niños, si estaremos mucho tiempo en casa o poco…). Por supuesto que podemos tener preferencias por cierto tamaño o por el pelo corto o largo, pero eso no es lo más importante. Hay que procurar dejarnos guiar mas por el corazón y por las recomendaciones de los trabajadores de la protectora que por nuestros ojos. El perro o gato mas bonito del mundo, si no es compatible con nosotros acabará pareciéndonos hasta feo. Por el contrario, si encajamos le veremos como el mas hermoso.
Dejarse aconsejar por esos trabajadores implica también replantearnos las ideas preconcebidas que arrastrábamos. La mas típica es que en un piso solo puede estar un perro de tamaño pequeño. Es absurdo, hay perros pequeños que por su nivel de actividad parecen el demonio de Tasmania y perros grandes que son como alfombras todo el día. Otro ejemplo habitual es el de que se prefiere un cachorro para que lo podamos educar a nuestra manera. Un adulto se adaptará rápidamente a nuestras costumbres, no es una incógnita y tal vez un buen puñado de retos como suelen ser los cachorros, que necesitan más tiempo y paciencia y, contrariamente a lo que se piensa dueños más experimentados. Normalmente los adoptantes menos conocedores de la etología canina y cómo educar perros se decantan por cachorros, cuando un adulto dócil y educado sería la mejor opción para ellos.
Hay que ser realistas en nuestras expectativas. No vamos a encontrar cachorros de raza en una protectora, tampoco nos van a recibir necesariamente con una alfombra roja ni nos van a dejar pasearnos por los cheniles y escoger el perro o gato que prefiramos sin más. Por fácil que sea el animal, hay siempre un periodo de adaptación.
Vale, no es tan sencillo como ir a una tienda y sacar la tarjeta de crédito, pero tampoco es mucho más complicado. Y es la opción mas ética teniendo en cuenta el estado dramático en el que están perreras y protectoras en este país y lo mal que se cría con muy pocas excepciones. Adoptar salva dos vidas, la del animal que adoptamos y la del que que ocupará ese hueco que queda libre. Mirar al animal al que hemos dado un hogar y la felicidad es una forma instantánea de sentirnos mejor con nosotros mismos, que es algo que todos a veces necesitamos desesperadamente.
Taru es una belleza de apenas seis meses que necesita un hogar. Me cuentan que será media o y que tiene un carácter muy bonachón.
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